Todos hemos sido criados en un contexto cultural particular. Nuestras culturas nos transmiten maravillosos mensajes sobre quiénes somos, pero también nos transmiten prejuicios y realidades sociales que debemos trabajar para lograr una sociedad más inclusiva y equitativa. Si te preguntas cómo puedes ser un aliado en la lucha por la igualdad de género, hay muchas cosas en tu vida diaria que puedes hacer.
- Cuestiona tus creencias y prejuicios. Si empiezas cualquier oración con: “Porque las mujeres son …” ¡Para! Estas son generalizaciones que normalmente parten de pocas experiencias personales. Debes examinar cómo tu experiencia personal no necesariamente refleja la totalidad de las conductas de un grupo de personas y debes cuestionar cómo estás juzgando el comportamiento de los demás. Normalmente, juzgamos el comportamiento de grupos marginados basándonos en ideas prejuiciadas sobre esos grupos, de manera que, obligatoriamente, buscamos confirmación de esos prejuicios cuando interactuamos con dichos grupos.
- Escucha a las mujeres. En contextos escolares y laborales es común ver que las mujeres son interrumpidas mientras hablan o realizan presentaciones. De igual manera, sus ideas son ignoradas hasta que un hombre las repite o las presenta como idea propia. Puedes ser un aliado simplemente no ocupando el espacio y tiempo que le corresponde a las mujeres, así como dándoles el crédito por sus propias ideas. Cuando te des cuenta de que esto está sucediendo, aun si no eres tu quien lo hace, lo puedes señalar.
- Cree en las mujeres. Si escuchas a una mujer reportar abuso o maltrato, cree en ella. Las investigaciones demuestran que más del 90% de los informes de acoso en la universidad son reales. Recuerda también que el acoso es a veces sutil y no deja evidencias físicas, por lo que muchos maltratos no pueden ser demostrados de las maneras tradicionales. De igual manera, no creerles a las mujeres perpetúa la cultura de silencio, razón por la cual muchas mujeres duran años en reportar un abuso o maltrato.
- No comentes la apariencia de las mujeres. Las mujeres somos cosificadas de manera constante. En prácticamente todos los contextos en los que vivimos, desde caminar en la calle hasta cuándo vamos de compras, tenemos que tolerar la mirada del juicio masculino. Esto significa tener que tolerar ser convertidas en objetos de evaluación y vernos reducidas a nuestra apariencia en casi todos los escenarios de nuestras vidas. Si no tienes una relación cercana con una mujer y no te encuentras en un contexto social, es mejor no comentar su apariencia. Si bien puedes creer que es un piropo, podrías estar añadiendo a las microagresiones que vivimos continuamente.
- En contextos profesionales, no omitas las credenciales de una mujer. Una de las microagresiones más sutiles y comunes es referirse a los hombres por sus credenciales profesionales y no hacer lo mismo con las mujeres. Normalmente, se sustituyen las credenciales profesionales de la mujer con títulos de cortesía que indican su estado civil (señora, señorita). En estos casos, se crea una desacreditación de facto de las opiniones de una mujer en el contexto académico o laboral. Esto ocurre particularmente cuando la mujer es joven.
- Si ves a tus compañeros acosar o maltratar a una mujer, no te quedes callado. Tu silencio es una aprobación implícita al comportamiento acosador o abusivo.
Para más información puedes consultar:
https://www.awis.org/attention-men-ally/
Autor: Aída Mencía-Ripley, Ph.D.
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